Llevo dando vueltas tiempo a escribir mis más recientes reflexiones sobre el fin de la existencia, no puedo decir que sean muy objetivas, son fruto de la reflexión y observación, si algún día consigo subvención, intentaré objetivizarlas y hacer ciencia, pero a día de hoy tengo complicado ese proyecto, esto llevaría cuatro años por lo menos. De todas maneras, con este artículo hago un llamamiento a toda persona interesada en conocer más que contacte conmigo.

No hace falta mucho, todos los grandes pensadores coinciden en el fin de la existencia. Considero un pensador aquella persona que ha vivido o intenta vivir conociendose y conociendo su alrededor desde una actitud de respeto. Poner nombre de estas celebridades sería una tarea infinita, por suerte, todos los días me cruzo con estas maravillosas personas, hay muchísimas por el mundo.

Desde la física cuántica, desde la astrología, desde la sociología, desde la psicología, desde la medicina... se considera tener una buena vida cuando estas en equilibrio contigo mismo y con lo que te rodea, ya sea a la hora de alimentarte, de pensar, se relacionarte... Esto sería a nivel del ser humano, a nivel de las partículas que componen el universo, una concepción más global a a vez que minúscula, pues según mi experiencia, CONOCER.

Para CONOCER, hay que experimentar, para ello hay que vivir, relacionarse, construir un camino... Si esto se hace desde el respeto, uno es libre para experimentarlo todo,si se hace desde los miedos, te quedas mil cosas sin conocer.

¿ Por qué vivimos desde el miedo en ocasiones?

Seguramente porque para saber lo que es bueno, tengo que compararlo con lo malo, el yin y el yang, el mal y el bien, la partícula más diminuta con sus reglas de funcionamiento y la más grande con aparentemente otras reglas...

Espero continuar dando más luces a este pensamiento, entre otras cosas porque mientras más conozcamos tod@s, más se enriquece el universo, qué mejor motivación en la vida que pasarla mejorando las consciencia universal, entendiendo la misma como lo único que es eterno.

 

Un saludo lectores, José Luis Gallego Díaz.