Los recursos tecnológicos permitirían prolongar la vida de las personas. Trasplantar la conciencia de un individuo a otro cuerpo, igual que en el argumento de la película 'Self/less' puede ser una realidad, aseguran científicos estadounidenses como el camino a la inmortalidad, aunque deslizaron que esa posibilidad sólo se la puedan permitir los ricos. "Me gustaría ver la inmortalidad biológica", expresa el investigador de la Universidad de Arizona Wolfgang Fink, que subraya que aquella puede lograrse si se pone fin a la muerte celular o se prolonga la longevidad de las mismas.
Según Michael Bonaguidi, investigador de la Universidad del Sur de California, primero deben ocurrir una serie de avances científicos pequeños. "Lo que debe ocurrir es un avance pequeño, después otro avance pequeño, otro más y después, de pronto, se dará un gran salto adelante", comenta el científico a 'Daily Mail'. "Estamos tratando de dar algunos de estos pasos pequeños para frenar el envejecimiento", asevera.
Con todo, Bonaguidi advirtió de que el uso de tecnologías para crear humanos inmortales podría crear una división en la sociedad. "En general, las tecnologías en sus comienzos son accesibles solo para aquellos que tienen dinero. Con el paso de tiempo, se hacen más rentables y asequibles", explica el investigador.
Yuval Noah Harari, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, predijo que en el futuro los ricos tendrán la posibilidad de vivir para siempre mientras que los pobres se extinguirán. Según él, "en los próximos 200 años el 'Homo sapiens' se actualizará hasta convertirse en algo similar a un ser divino, ya sea a través de la manipulación biológica, la ingeniería genética o la creación de ciborgs con una parte orgánica y otra no orgánica".
Más allá de las implicaciones políticas, al filósofo israelí le inquieta la posibilidad de que la actual revolución tecnológica -con su masiva robotización- termine beneficiando solamente a unos pocos y derive, de hecho, en la creación de una clase social "inútil". Así, ha señalado que la mayor parte de la población del mundo es totalmente prescindible en la tarea de creación del futuro que sueñan en lugares como Silicon Valley.
En una entrevista con el diario Jakarta Post, sin embargo, aclaró que lo que le preocupa no es tanto que los robots dejen sin trabajo a los humanos sino las consecuencias de ello, pues las personas quedarían en la pobreza y carecerían de poder económico y político. "Si encontráramos la forma de igualar los beneficios derivados del trabajo de los robots para que todo el mundo resultara favorecido no solo una pequeña élite, entonces podría ser una cosa muy buena para la humanidad", apuntó.
Wolfgang Fink: investigador de la Universidad de Arizona
Michael Bonaguidi: investigador de la Universidad del Sur de California
Yuval Noah Harari: profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén