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La indefensión aprendida

Leyendo un artículo de Sara Sarmiento en la página https://www.psicologiamadrid.es sobre la indefensión aprendida llegamos a conocer como inconscientemente manipulamos y somos manipulados en las relaciones, cuanto nos queda por avanzar en este sentido.

La indefensión aprendida fue descubierta por Martin Seligman y sus colaboradores. Significa que, cuando una persona o animal se enfrenta a una situación negativa de la cual no puede escapar, “aprende” a mantenerse indefensa, incluso cuando las condiciones cambian y ya se puede ejecutar una respuesta de huida.

La autora ejemplifica el término con el experimento realizado por Seligman y sus investigadores con perros: se exponía a perros encerrados en jaulas a unas descargas impredecibles de las que no podían escapar. Las descargas eran impredecibles en tiempo, los cuales eran aleatorios, con el fin de que no pudieran generar un patrón de respuesta, puesto que no había un patrón en las descargas. Los perros, después de varios intentos de escape, aprendieron que no había forma de predecir ni de huir de las descargas, con lo que optaron por indefensión: parecían no hacer nada frente al estímulo adverso. Incluso cuando los investigadores cambiaron los parámetros y los perros podían escapar de las jaulas, estos se negaban a salir de ellas o a realizar movimientos para evitar las temidas descargas.

Lo curioso del experimento (sin entrar en la ética del mismo) es que este fenómeno se produce también en personas. La buena noticia es que Seligman también descubrió que la indefensión aprendida se puede “desaprender”.

¿Cómo se manifiesta la indefensión aprendida en personas?

Las personas que están expuestas a estímulos negativos impredecibles adoptan un comportamiento y unos pensamientos similares al estudio de Seligman,  ya que pierden la capacidad de ver sus conductas de escape o afrontamiento como algo útil y eficaz para evitar la situación problemática. Esto hace que una persona aprenda que debe modificar su respuesta de huida por otras de sumisión, con el fin de sobrevivir o adaptarse a la situación temida o peligrosa.

Como es fácil de entender estas respuestas pueden aparecer en situaciones de violencia, ya sean estas puntuales (no poder escapar de un agresor) o en los vínculos cercanos, como son los comportamientos de s
umisión en las víctimas de malos tratos. La víctima no puede predecir cómo se comportará su agresor frente a su comportamiento ya que da igual lo que haga, el maltrato llegará de manera aleatoria.

Se ha comprobado que las personas expuestas a malos tratos al principio de la relación intentan huir o evadirse, sin embargo, cuando estas estrategias no frenan al abusador o al maltratador, se modifica su comportamiento y comienzan a comportarse de manera sumisa como forma de aplacar al perseguidor. Esto explica por qué adoptan comportamientos de cariño, cuidado, complacencia y sumisión.

En realidad, estos comportamientos que pueden descolocar a un observador externo, son estrategias aprendidas para calmar a un otro que puede resultar dañino e incluso, mortal.
 


¿Qué síntomas genera la indefensión aprendida?
 

  • Inhibición en la conducta.
  • Mostrar pasividad: con el fin consciente o inconsciente de cambiar las cosas o la conducta de un otro que le hace daño.
  • Pensamientos y creencias disfuncionales: La persona cree no tener ningún control sobre una situación dañina, ya sea una daño físico o psicológico. La persona tiende a magnificar las cosas que le suceden, este patrón puede continuar aunque la situación cambie.
  • Sensación de impotencia: las cosas no se pueden mejorar.
  • Depresión: la indefensión aprendida puede generar cuadros graves si circunstancias no cambian a tiempo o si no se recibe ayuda profesional.
  • Aprendizajes y autoconocimiento negativos: La persona creerá que es impotente e incompetente, que no tiene salida ni recursos para cambiar las cosas. Esto hará que no intente salir de lo que está viviendo ni pedir ayuda, por lo que entrará en un círculo vicioso.
  • Aislamiento
  • Estrés
  • Ansiedad.
  • Desgana y desidia.

 
¿Se puede desaprender la indefensión?


Sí, cualquier comportamiento aprendido es susceptible de ser modificado. Lo primero es desaprender este sentimiento de indefensión y para ello lo más eficaz es un trabajo de autoestima y reaprender estrategias diferentes, alternativas a las de indefensión, que nos ayuden a sentirnos capaces de controlar, modificar o abandonar las situaciones complicadas de nuestra vida. Debido a que la indefensión no solo afecta a la cognición, sino que también afecta al mundo emocional, el trabajo puede llevar tiempo. Muchas personas “saben” lo que tienen que hacer, pero se bloquean en la ejecución de sus pensamientos.

Otra teoría interesante a tener en cuenta es la Teoría Atribucional, posterior a la Indefensión Aprendida, donde se interpreta que las personas caen en Indefensión por el tipo de explicaciones que otorgan a los sucesos de su vida. Como es de esperar, estas explicaciones nos enseñan qué tipo de carácter tiene la persona: optimista o pesimista. Tendrán menos probabilidades de caer en indefensión aprendida aquellas personas que busquen el lado positivo de las cosas, que olviden pronto y no sientan tanto el impacto del suceso, y que asuman su responsabilidad para no recaer de nuevo en ellos, así como no se sientan culpables de lo ocurrido (no debemos confundir responsabilidad por no volver a ello, con culpa porque nos pasen cosas malas).

En el caso del maltrato el empoderamiento y la psicoeducación, así como el apoyo externo por parte de la sociedad, familia y amigos y la terapia psicológica, son los principales pilares para revertir la indefensión aprendida, ya que dota a las víctimas de recursos para entender qué es el ciclo de la violencia, cómo se refuerza y aprender qué no es amor y qué no es el papel de una pareja. Por supuesto, en estos casos el miedo, la vergüenza y la culpa deben ser trabajados con la víctima, que suele cargarse con toda la responsabilidad del maltrato.


¿Solo se manifiesta en el maltrato?

No, la indefensión aprendida puede darse en otro tipo de relaciones: laborales, amistad, etc. Por ejemplo, si una persona depende de un trabajo para vivir, pero en él se produce mobbing o malas relaciones con el jefe o jefa, puede generar indefensión aprendida al no poder hacer nada para salir de esta situación, pues actuar de manera agresiva o de huida no es posible, y complacer al perseguidor en muchas ocasiones no aplaca a quien produce el mobbing, al contrario, puede incrementarlo.

Por otro lado, volviendo a la pareja, una hipótesis a tener en cuenta es que si la persona ha generado unos vínculos tempranos disfuncionales (aquellos que se dan en la infancia), puede llegar a mostrar indefensión aprendida en la edad adulta, con su pareja, aunque la situación no sea propiamente de maltrato. Imaginemos por ejemplo una relación tóxica donde la persona no se siente querida ni atendida, donde una pareja de perfil evitativo o narcisista puede generar patrones de dolor emocional.

Es probable que, si la persona no ha definido bien su identidad o si bien ha tenido patrones de apego (como decía antes) inseguros en su infancia, su comportamiento se asemeje a la indefensión aprendida, sin llegar “exactamente” a ser este fenómeno, aunque sean consecuencias sean similares: no dejar la relación, intentar agradar a la otra parte de la pareja y seguir sufriendo y perdiendo su identidad. En estos casos, el proceso que debe seguirse es igualmente el empoderamiento, pero debe procederse a un análisis de la historia de la persona con el fin de ayudarla a salir de los roles disfuncionales en los que se ha visto envuelta toda su vida.

Consejos para superar la indefensión aprendida.
 

  • Elegir bien tus pensamientos. No se trata de evitar las emociones negativas, sino de ver las cosas desde otra perspectiva para ser conscientes los pensamientos negativos y catastrofistas y cambiar nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. El mindfulness por ejemplo, puede ser una técnica muy valiosa para esto.

  • Cuestiona tus habilidades: quizás lleves tanto tiempo haciendo o pensando lo mismo, que no te das cuenta que puedes cambiar las cosas. Empieza a preguntarte por qué no vas a poder, si el miedo es real, si es miedo a la soledad, qué puedes perder de verdad, si es tan malo un futuro sin esa persona, etc.

  • Buscar ayuda: el ser humano es un ser social, amplía tu red de personas que te rodean y déjate valorar por los otros, pide ayuda, confía en los demás como punto de apoyo para tu cambio.

  • Cambia la rutina: Haz cosas nuevas, conoce sitios diferentes, realiza aquello que te daba miedo o que sentías que no eras capaz. Si quieres cambios no puedes hacer siempre lo mismo.

  • Quiérete: aunque no te lo creas, tú eres lo más importante de tu vida. Valora y agradece el simple hecho de estar viviendo, quiérete, eres únicx e irrepetible.

  • Busca y valora tus alternativas: El mundo es demasiado externo para que no existan otras opciones y alternativas. A veces nos cegamos en lo conocido y nuestros pensamientos nos acompañan en esto. Atrévete a salir ahí fuera, lejos de tu zona de confort, da miedo, pero es donde se esconde la felicidad.

  • No intentes cambiarlo todo, abandonar no es fracasar: cuídate, no intentes ser un superhéroe o superheroína, a veces es más saludable irse que insistir.

Recuerda, solo tú sabes qué te viene bien, qué quiere y hacia donde tienes que ir para ser feliz. Dejar atrás los miedos y las cadenas es difícil, pero con ayuda y voluntad nada es imposible.
 

Autora Sara Sarmiento

https://www.psicologiamadrid.es

 

A modo de finalización de este gran artículo de Sara Sarmiento destacar el papel del agresor, el cual tiene que ser reconocido por el sistema educativo, sanitario, social... y reconducido. Importante es que reconozca esa necesidad de cambio. Ya hemos hablado de la empatía, sería una buena herramienta para que reconociera su problema, ponerse en el lugar de la persona a la que agrede. Desde este reconocimiento ir cambiando. Claro es que lo que llevas forjando durante muchos años no se esfuma de un día para otro, son muchas nuevas batallas las que hay que lidiar, al igual que la víctima.

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