El desarrollo de nuestro cerebro nos ha permitido posicionarnos por encima de todo lo que conocemos, esto ha sido un proceso natural o ha sido un proceso de soberbia, como ya hemos comentado en otros artículos todo depende de la intención de la acción.
Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos utilizamos lo que nos rodea para nuestro beneficio o convivimos con nuestro alrededor creciendo con el entorno de manera respetuosa.
¿ Qué entendemos por respeto?
Ya iniciamos la respuesta en el artículo de la intencionalidad, matar un pájaro para alimentarme está dentro de lo que sucede en la naturaleza, matar un pájaro por disfrute no lo hacen otros seres vivos. En el artículo de Generando Coherencia ya comentamos que la naturaleza es pura en sus decisiones, por contra, el ser humano por su desarrollo neuronal imprime intenciones en las acciones que pueden estar muy alejadas de las leyes que rigen el desarrollo de nuestro planeta.
Si vivimos sin este respeto, nuestra biología interior y lo que nos rodea tampoco nos respetará, la naturaleza no desarrolla una parte de ella si no vive en consonancia con el resto. Esto pasa desapercibido para la mayoría, estamos atentos sólo a una parte de los estímulos; ganar dinero, tener un buen techo, amigos para salir...
Los avances científicos van estableciendo relaciones entre lo emocional y el desarrollo de determinadas enfermedades, por lo tanto desde un punto de vista egoísta de bienestar individual nos interesa estar en consonancia con nuestro interior y entorno.
Este equilibrio entre nuestro interior y entorno es el siguiente paso una vez que uno es consciente de que la intencionalidad pura en nuestras acciones y decisiones es fundamental. Existen multitud de ejemplos de este ying yang:
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Soy sanitario, mi cuerpo me pide descanso, pero tengo que atender una urgencia. Ayudar a los demás justifica “exprimir” a mi cuerpo. Estoy de fiesta y ando muy cansado, pero en lugar de ir a dormir, me tomo un red bull para seguir. Exprimir a mi cuerpo en este caso no está tan justificado como en el primero. El día siguiente no se va a pasar igual, en el primer caso estaré satisfecho por mi esfuerzo y en el segundo no lo creo.
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Los padres que pasan malas noches por sus hijos, no les pesa, de lo contrario no estaríamos como especie en la tierra. Pasar una mala noche por haberte pegado un atracón de comida, si te genera malestar al día siguiente, ya que no había necesidad biológica, la habría mental de suplir con el atracón alguna incoherencia mental o emocional.
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Hacer algo porque así lo mandan sin tener ninguna relevancia o significatividad no es tan grato como estar motivado y bien concienciado de dicha acción. Esto primero pasa mucho en la educación obligatoria y en los trabajos que únicamente nos aportan dinero para sobrevivir.
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Mentir buscando un mal menor no es lo mismo que una mentira por codicia o por hacer que el otro no se desarrolle. Hay que pensar que si al de al lado le va mal, la mierda me acabará salpicando.
Podemos concluir con la idea del triángulo cuerpo – mente – consciencia, vivir sólo desde el cuerpo nos llevaría solo a sobrevivir (alimentarnos y protegernos como especie), vivir sólo desde la consciencia a disfrutar de cada momento sin pensar en sobrevivir ( nuestro cuerpo moriría en breve) y vivir sólo desde la mente a racionalizarlo todo, perdiendo el presente (que es el sentido de la existencia), sólo pensando en el pasado y futuro. Es necesario cultivar las tres partes para estar en equilibrio con nosotros mismos y lo que nos rodea, porque si estamos aquí y ahora es para aprovecharlo, de lo contrario nada tendría sentido.