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La intencionalidad

Después de un tiempo pensando en el contenido de este artículo y aun quedando muchísimo camino por recorrer en esta temática vamos a introducir la problemática del mismo. Todo se desencadena al hilo de una conversación de la pesca deportiva, ese tipo de actividad donde tras capturar la presa, se la devuelve a su medio. Si pensamos desde el punto de mira del ser, prefiere que se le devuelva al agua a que le lleven al plato, pero seguro que no le agrada que le pongan un señuelo, lo anclen  y lo saquen, en la pesca deportiva disfruta el que pesca no el que es pescado. Por otro lado gracias a las licencias de pesca y el dinero que mueve como ocio se mantiene más vida en el medio acuático.

Esta reflexión, que puede parecer un poco enrevesada se puede aplicar a todo lo que nos rodea. Así por ejemplo, un árbol no tiene un cerebro y un sistema nervioso como el de los animales pero no tardaremos muchos años en tener datos objetivos y medibles que apoyan las teorías que los árboles se comunican y por lo tanto perciben estímulos.

 

Durante años, los investigadores relacionados con el área de ecología en la Universidad de Columbia Británica, Canadá, han estudiado el comportamiento de los árboles. Entre los hallazgos realizados, encontraron evidencia de que los árboles se comunican entre sí, así como con otros seres vivos. De acuerdo con la ecólogo forestal Suzanne Simard, las plantas interactúan y se comunican a través de una red subterránea de hongos que une a las plantas con el ecosistema circundante. A través de esta simbiosis, las plantas pueden contribuir al desarrollo y crecimiento mutuo y ayudar a los diferentes ejemplares del bosque.

Raúl Mannise

 

Otros estudios, los de doctor Masaru Emoto, nos señalan que el agua siente, percibe estímulos y se transforma en función de los mismos.

En 1994, un científico Japonés, el doctor Masaru Emoto tomó agua del grifo de Japón, cogió unas pocas gotas, las congeló, las examinó al microscopio electrónico y las fotografió. Luego, a esa misma agua, la puso en unas botellas y con cinta adhesiva le pegó la palabra “Amor”, a otra botella le puso la palabra “Odio”. A otra botella de agua, la expuso a música clásica, a heavy metal, incluso familias le lanzaron pensamientos positivos… Después congeló cada una de esas muestras y lo que descubrió fue sorprendente. Las fotografías hechas al agua expuesta a los buenos pensamientos, a la música clásica, mostraban preciosos cristales hexagonales, parecidos a los copos de nieve, cada una de las fotos eran diferentes, unas mostraban formas hermosas, otras no.

 

Por lo tanto, si el agua, los árboles y los animales sienten, no es alarmista considerar que todo lo que existe en el universo de una manera u otra intearcciona con lo que le rodea.

Cómo nos influye esto en el día a día, voy andando por un prado de hierva o no debo porque aplasto la misma a mi paso, no cazo animales, no arranco la manzana del árbol, no cosecho el trigo para alimentarme… todo ello porque se supone que estoy dañando. Llegados a esta punto es donde busco respuestas contrastadas pero encuentro pocas, sólo me queda el campo de la metafísica. Y siempre acabo en la misma incógnita.

¿Cuál puede ser el sentido de la vida?  Y formulándome la misma acabo pensando en otra cuestión

¿Por qué existe todo lo que nos rodea?

Encontrar esta respuesta provoca en ciertas ocasiones ansiedad, aunque poco a poco, leyendo y compartiendo conocimientos la solución va surgiendo. Desde el punto de vista religioso existimos porque un ser ancestral así lo creó, en el otro extremo, desde el punto de vista científico hubo un principio, el big bang, a partir del cual se generó todo, antes de ese principio no hay un unísono, recomiendo leer sobre el "Bosón de Higgs”. Como vemos la respuesta es difícil, pero planteárnosla nos lleva dar sentido a la primera pregunta, el sentido de la vida.

En los evangelios apócrifos o gnósticos hay una frase que dijo Jesús de Nazaret que nos puede ayudar, “El reino de Dios está en ti y a tu alrededor, corta un trozo de madera y ahí estaré, levanta una piedra y me encontrarás”. Buda decía “Cuida el exterior como el interior, porque todo es uno”. Parece que ambos nos transmiten la misma idea.

Desde el punto de vista científico no tenemos claro el porqué de la existencia pero si el camino a seguir, nos muestran que una dieta sana, una vida activa, una buena salud mental, respetar lo que nos rodea… son importantes para nosotros como individuos y por ende también para la sociedad y el planeta.

En ambos casos, religioso y científico se plantea el objetivo de nuestra vida con respeto hacia nosotros y nuestro entorno. Tenemos claro que entender el origen de todo es difícil pero el camino que debemos de seguir parece que está claro, otra cosa es las veces que nos caemos y como tenemos que andar por el mismo.

Mahoma usaba una frase al hilo de ello, “Ciertamente las buenas obras dependen de las intenciones, y cada hombre tendrá según su intención”

Ahora podemos entender el título con el que abrimos este artículo, La intencionalidad, desde que todo empezó se han establecido multitud de relaciones entre lo que existe en el universo, a veces para crear, otras para destruir, decir que es bueno o malo es metafísicamente complicado, todo tiene su parte negativa y positiva:

  • Una persona vegana que no coma carne ni pescado por respeto a la vida animal entre otras muchas razones, tendrá buena intencionalidad en su acción, aunque al comer verduras y beber agua está “ dañando” a esos elementos también.
  • Otra que mate animales para comérselos, tendrá una intencionalidad de supervivencia y por lo tanto coherente. Aunque se sabe que los recursos del planeta se regeneran peor con dietas ricas en proteínas animales.
  • Una tercera que practique pesca deportiva con captura y suelta, no provoca agotamiento de la vida acuática pero sí provoca sufrimiento al ser vivo que engancha con su anzuelo. Ya dijimos que tiene como positivo la mejora de humedales, el manteniendo del medio acuático, el incremento de especies acuáticas, todo ello con los recursos generados por el pago de licencias y el dinero que se genera en torno a esta actividad.
  • Un motorista que quema varios litros de combustible como su moto de cros para disfrutar de su deporte en el monte provoca contaminación del aire y acústica. Pero el que ama el monte para ir con su moto ayuda a vigilarlo sin coste para la administración.

Podemos seguir poniendo un ejemplo tras otro de lo positivo y negativo de cada acción, lo que es seguro es que hay un razonamiento a la hora de elegir la misma, no hay una máquina que nos permita saber con qué fundamento pasan las cosas, a veces se intuye, otras no, pero sea como sea, podremos acertar si somos conscientes de la intencionalidad. Si con ello respeto lo que me rodea  y a mí mismo.

 

 

 

https://ecocosas.com/agroecologia/los-arboles-se-comunican

http://institutomasaruemoto.com/

https://oliveriosatisfecho.es/masaru-emoto-mensajes-agua

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