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La dificultad de enseñar

 
Son múltiples los maestros que han dicho mensajes de este tipo:
 
 
 
 
 
 
**“Escucha, hijo mío... Enseñar a quien no quiere aprender es como intentar llenar una olla rota. Por más que viertas en ella, todo se pierde. Puedes tener la sabiduría del mundo, las respuestas más profundas… pero si el otro no tiene voluntad, tus palabras caerán al vacío.
El conocimiento no se impone. Se recibe. Solo florece donde hay hambre de verdad. Hay quienes piden consejos, pero no quieren cambiar. Escuchan, pero no aplican. Asienten, pero no comprenden. Y te lo digo con certeza: no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor alumno que el que cree que ya lo sabe todo.
Antes de enseñar, mira el terreno. No siembres donde la tierra es estéril. El saber es como una semilla: necesita humildad, silencio y sed de aprender. Sin eso, tu esfuerzo será como regar el desierto esperando una cosecha.
Recuerda: hablar no basta. El verdadero cambio nace cuando alguien decide abrir sus oídos… y su corazón. No desperdicies tu voz con quien desprecia tu mensaje. Guárdala para los que anhelan crecer. Porque el conocimiento solo habita donde hay voluntad de escucharlo.”**
 
 
 
 
 
 
 
Aportación de un servidor ( José Luis Gallego Díaz)
 
El tiempo que he pasado y puedo pasar como docente me lleva a ratificar este mensaje y añadirle, que en numerables ocasiones el problema es que las palabras e ideas del maestro no pueden enganchar en el alumno, por su bagaje, su capacidad, su momento...

 

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